Imaginaos encontraros en una obra con un operario subido a más de dos metros de altura sin protección alguna. Como responsables de la seguridad de la misma, nos dirigimos a esta persona y le pedimos que salga de la zona de riesgo. Pero lejos de asentir, imaginaos que este trabajador se niega, dando una clara y contundente respuesta: “tranquilo que es sólo un momento”.
Quizás pensáis que a pesar de lo alarmante que resulta la situación tiene su lógica, dado que se trata de una obra, del propio entorno laboral. Pero ¿Y si en vez de una construcción vemos lo mismo con alguien que limpia ventanas o el que nos viene a poner la antena de la televisión por cable? Da igual la actividad que se haga, puesto que las respuestas tienen a ser siempre parecidas: “es sólo una momento”, “ahora no bajaré hasta el coche a buscar el arnés”, “ya vigilo”, “siempre lo he hecho así”, “necesito ganar dinero y si no lo hago me despedirán”, “el cliente no me pagará si incremento el presupuesto con la prevención”…
¿Qué hace que estas personas se despreocupen tanto por sus riesgos?
Se trata de una actitud de supervivencia. Las personas transformamos la percepción del riesgo a nuestro favor y conveniencia. Es como el que juega a la lotería pensando que le tocará (cuando según las estadísticas es más fácil que te caiga encima un rayo antes de tocarte la primitiva) que coge el coche estando seguro que no tendrá un accidente, que continúa fumando creyendo que él no cogerá cáncer. Algunos lo tacharán de sentimiento hipócrita, quizás sí lo sea, pero también es necesario para tirar adelante nuestras vidas.
Si viésemos siempre el riesgo tal y como se nos presenta, el temor sería tan grande que nos veríamos incapaces de realizar o participar en las actividades más cotidianas. Necesitamos pensar “a mi no me ocurrirá” para evitar sufrir el miedo de poner en juego nuestras vidas.
Hasta aquí todo tiene su lógica, el mismo Código Civil dice que “conducir es una actividad de riesgo” y que como tal, debemos asumirla, no hay más remedio. ¿Pero, podemos asumir por ejemplo el coger el móvil mientras conducimos? Por supuesto que no.
Y este es el mal de la excesiva confianza en el trabajo, ya sea por cultura, por costumbre o por experiencia. Este operario será incapaz de ser consciente del riesgo de caída de altura. No se trata de un caso aislado, no siempre está ligado con la construcción o el trabajo, es como el caso que muchas personas confiesan tener miedo a coger el avión cuando es muchísimo más fácil morir de un accidente de tráfico yendo al aeropuerto.
Imaginaos por un momento que le pedimos al trabajador que está en altura y dice que no hay peligro porque “es sólo un momento”, que se ponga a la vía del tren a trabajar y que justo cuando está a punto de pasar el propio ferrocarril, les decimos “tu tranquilo, cuando lo tengas a 4 metros pegas un salto y no habrá peligro”. ¿Qué pensáis que nos respondería?
Con toda esta reflexión, opino que a veces resulta más importante concienciar a las personas a que aprendan a percibir mejor sus riesgos -sin que esto derive en una fobia, por supuesto-. Pienso que las formaciones y toda la cultura preventiva en general debería centrarse más en este punto.
¿Qué opináis vosotros?
[…] Safety habló con los camareros para buscar alguna solución, pero estos no les pareció estar haciendo ningún tipo de actividad de riesgo y mucho menos encontraron aquella escalera peligrosa. Esta situación y otras parecidas nos hace reflexionar mucho sobre aquellos riesgos menos visibles, los que por costumbre obviamos por mil motivos, pero sobretodo porque estamos acostumbrados a hacerlo y porque pensamos que a nosotros no nos pasará. Porque a menudo tenemos una percepción equivocada del riesgo. […]